Es uno de los productos más emblemáticos dentro de la dieta del
isleño. Se trata de un elemento que ha sobrevivido el paso del tiempo, y aunque
ha mermado mucho su consumo con respecto a épocas pasadas, hoy en día sigue
jugando un papel importante en nuestras mesas.
El gofio es un alimento hecho a base de cereales tostados y molidos.
En la actualidad, aunque el predominio de materias primas utilizadas
en la elaboración del gofio lo tienen el trigo, el millo y la cebada, también
es común encontrarse con el uso de algunas leguminosas como el garbanzo.
Son diversos los tipos de gofio, pero es que además los hay que están
compuestos de diferentes productos y que también son bien acogidos por la
sociedad isleña.
Se dice que el gofio de millo es el complemento ideal para todo tipo
de comidas, de hecho se puede usar tanto para la leche, como para los potajes y
purés, o bien, amasado con agua u otros caldos, complementado con otros
productos como las almendras, así como escaldado o como ingrediente para
postres.
El gofio de millo, probablemente sea el más usual. Para su
elaboración se procura recurrir al millo del país, o sea, el que es cultivado
aquí, pero cuando éste no es suficiente se recurre al millo argentino.
El gofio de trigo se caracteriza, entre otras cosas, por ser más
consumido en las islas occidentales que en la orientales.
Otra de sus cualidades es que tiene un color más claro que el de
millo y una textura más fina, y de ahí que sea el preferido para la leche del
desayuno.
El gofio tiene cuatro características que lo definen:
El aroma, se caracteriza por ser seco, penetrante y terroso.
El color, en tonos amarillos oscuros, depende del tipo de granos que
se ha usado, pero también influye el grado de tueste al que se le sometió.
El sabor, variará según los granos, el grado de tueste y la sal que
tenga. Pero tenemos que tener en cuenta que el gofio es un alimento muy seco al
paladar si se consume solo.